A veces, la vida de un artista no es tan fácil como parece, ni todo resulta de color de rosa, pero si ves el mundo con un poco de imaginación y le echas ganas de vivir, percibes todo como algo maravilloso…
Este es el caso de nuestro protagonista de hoy, Javier, un
chico como tú y como yo, tiene 19 años, de estatura media, con los ojos y el
pelo castaños, nariz respingona y misteriosa sonrisa, que acompañada por su
mayoritariamente oscura ropa le dotan de un aire de enigma. Javi, aunque parece
un chico más del montón, tiene una característica única, especial y que le
diferencia del resto. Él experimenta a diario la sinestesia.
¿Qué es la sinestesia? Me preguntaréis extrañados. Bien, la sinestesia
(además de figura literaria) consiste en asociar colores, sonidos e incluso
sabores a conceptos o cosas, que a pesar de no tener razón aparente, son
percibidas por la mente del sinestésico de una determinada manera. Por ejemplo,
hay quién percibe una redacción (como esta que estás leyendo ahora mismo) como
azul o verde, como ruidosa o calmada, como dulce o como salada. Explicado el
término, procederemos con la historia que nos trae hoy aquí.
Desde que Javier descubrió que era sinestésico, llevaba
consigo siempre una libreta donde escribía los colores que le reflejaba cada
situación, persona o acontecimiento que le sucedía. Los días felices eran
amarillos, los días de lluvia eran verdes, los tristes eran grises, y así
calendario tras calendario.
Sin embargo, el primer día de su paso por la universidad
había tenido un color diferente a ningún otro día antes. Ese día había sido rosa.
Supongo que la mayoría estaréis imaginando que se(1) enamoró, y de ahí el tan
utilizado color, pero nada más lejos de la realidad…
Antes de seguir, tengo que hacerte una pregunta de tú a tú. ¿Cómo
te sentirías si lo más importante de tu vida se esfuma sin que puedas hacer
nada para evitarlo? Te sentirías frustrado, ¿verdad? En ese momento piensas que
no vas a poder continuar tu vida, pero tienes que hacer un esfuerzo, tienes que
superarte a ti mismo, porque en los momentos duros es cuando realmente tienes
que demostrar tu valía. Dicho esto, podemos continuar…
No habían pasado ni dos horas cuando sonó la alarma de
incendios. Se(1)respiraba un ambiente para nada tenso, incluso de risa, pues
todos pensaban que se(1)enfrentaban a un rutinario simulacro más. Tranquilamente
los alumnos tomaron sus pertenencias y salieron entre carcajadas y resoplidos
de aburrimiento, para darse cuenta de que realmente el edificio estaba en
llamas. El descubrimiento revolucionó a los chicos, que se pusieron
extremadamente nerviosos y empezaron a correr desesperadamente por alcanzar la
salida. Muchos cayeron y fueron pisoteados por sus compañeros debido al apremio
del momento, pero sin duda el que peor parte se(1)llevó fue Javi. Un chico que se(1)encontraba en el laboratorio realizando unos experimentos con productos
químicos había salido presa del pánico, por lo que no se quitó la bata con la
que había estado trabajando, con la mala suerte de que le propinó a Javier un
codazo en el ojo, dejándolo instantáneamente ciego a causa de los productos
químicos. A pesar de que lo trasladaron inmediatamente al hospital, no se(1)pudo
hacer nada.
Se(4) le veía triste. Su sueño de ser artista, lo único que lo motivaba a seguir
adelante, se(1)había desvanecido ante sus ojos como un mal chiste. Sin embargo,
al contrario del pensamiento de Javi, la ceguera no haría sino ayudarlo.
Agudizó todos sus sentidos, lo cual le hizo apreciar los colores más incluso
que cuando veía, pues gracias a la sinestesia recordaba todos y cada uno de los
colores y tenía una unión con todos ellos que trascendía lo usual. Javier dejó
de pintar con la cabeza, y comenzó a pintar el corazón. Obviamente necesitaba
ayuda de alguien para seleccionar los colores que este requería, pero un
pequeño impedimento no hizo tropezar a nuestro protagonista, que pasó a darle
vida a los cuadros.
Cada trazo, cada cerda del pincel estaba minuciosamente
seleccionada para crear un cuadro con una historia contada, una promesa entre
el lienzo y él, perfecta y estructurada como dos bailarinas de ballet al ritmo
de una danza nunca antes presenciada. La persona en la que más confiaba, su
amiga Isabel, también artista, colaboraba con él. Se(3) ayudaban el uno al otro, pues ella quería ser escritora y él artista, juntando sus trabajos en una vida. Lo que parecía un conjunto de rayas sin sentido alguno,
iban acompañados de una historia, a veces real, a veces fantástica, o incluso
un poema que revelaba al lector el significado del cuadro que en un principio
había mirado extrañado. Poco a poco se(2) forjó una fama tal que pudo dedicar su
vida a su pasión, sirviendo como modelo de superación personal para miles de
personas. Su obra más famosa era la más simple, un círculo dorado cruzado por
una flecha magenta, y solo iba acompañada de una frase: “Tuve que dejar de
mirar para empezar a ver”. Se(5) puede decir que Javi tuvo un final feliz, y sus obras se(6) vendieron como rosquillas, cerrando así un capítulo más en la vida de una persona que veremos de nuevo...
Se(1) = Verbos pronominales.
Se(2) = Oración reflexiva.
Se(3) = Oración recíproca.
Se(4) = Falso SE.
Se(5) = Impersonal.
Se(6) = Pasiva refleja.
Qué maravilla, Santi. Estoy sin palabras. Enhorabuena.
ResponderEliminarFelicidades por el merecido premio. Y por esta historia tan chula y tan bien desarrollada.
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